Nacho y Carlos, dos hermanos que disfrutan con los retos de Kumon Matemáticas

Los hermanos Márquez empezaron Kumon Matemáticas con 9 y 7 años. Hoy, 5 años después, resuelven funciones trigonométricas y polinómicas y trabajan contenidos tres años por encima de su nivel escolar.

Nacho es el hermano mayor y, cuando empezó con Kumon Matemáticas, estaba en 3.º de primaria; hoy está en 3.º de ESO y ya resuelve funciones trigonométricas. Su hermano Carlos empezó cuando cursaba 1.º de primaria y ahora, con 13 años, está en 1.º de ESO y con Kumon ya aprende funciones y gráficas polinómicas de segundo grado.

Nacho: «Me empezaron a gustar las mates cuando descubrí cosas nuevas en Kumon»

A Nacho no le gustaban las matemáticas y en el colegio las clases le resultaban monótonas y aburridas. Esto cambió cuando empezó con Kumon Matemáticas y, desde entonces, tiene claro que desea continuar aprendiéndolas.

«Me empezaron a gustar las mates cuando descubrí cosas nuevas en Kumon. Una vez que se supera el nivel escolar, todo se convierte en un reto y, a través del aprendizaje autodidacta, se disfruta mucho», nos cuenta.

Nacho es un alumno perseverante y tiene mucha fuerza de voluntad y amor propio. A lo largo de su trayectoria en Kumon, ha ido desarrollando el gusto por las matemáticas y hoy en día se le dan muy bien.

«Los cuadernillos que me han resultado más difíciles son los de funciones porque eran operaciones muy largas y tardaba mucho en hacerlas. Lo que más me gusta son las ecuaciones», nos dice.

Para él, Kumon es sinónimo de resistencia, constancia, agilidad mental y memorización. Todas estas habilidades lo han ayudado no solo en Matemáticas, sino también en Física y en Tecnología.

Pero no todo es aprender matemáticas con Kumon: como todo niño de su edad, disfruta de su tiempo libre con sus amigos y le gusta mucho jugar al futbol y al ajedrez.

Carlos: «Tengo más seguridad a la hora de resolver ejercicios de matemáticas»

Carlos es muy trabajador y ágil y tiene mucha motivación para aprender; no hay desafío que se le resista, sino que, por el contrario, le encanta superar retos de aprendizaje. Esto en gran medida se debe a la sana competencia que hay entre los hermanos.

Con Kumon, Carlos ha desarrollado la agilidad mental y la capacidad de memorización, pero lo más importante es que ha adquirido una actitud positiva ante la materia. «Ahora tengo más seguridad a la hora de resolver ejercicios», nos dice. Lo que más le gusta de las matemáticas son las operaciones algebraicas.

«Antes era más negativo a la hora de afrontar cosas nuevas y ahora sé que con constancia y trabajo diario consigues llevar a cabo lo que te propongas», añade Carlos.

En su tiempo libre disfruta mucho de los videojuegos y de jugar al fútbol y al pádel con sus amigos.

Rosario Ramos, su orientadora: «Nacho y Carlos son distintos y, por ello, necesitan estrategias distintas para aprender»

Rosario Ramos, directora del centro Kumon Huelva - Plaza Niña, nos cuenta que, aunque son hermanos, Nacho y Carlos son distintos y, por ello, necesitan estrategias distintas para aprender.

«Nacho nunca se da por vencido, aprende con mucha facilidad y es muy organizado. Carlos es muy independiente, pero sabe pedir ayuda si la necesita y mantiene una actitud positiva ante las situaciones más complicadas», nos explica Rosario.

A Nacho el colegio le resulta muy fácil porque todo lo que está aprendiendo ahora lo ha trabajado previamente en Kumon, y eso ha ayudado a que su interés hacia las matemáticas crezca y disfrute aprendiéndolas.

Carlos es muy observador y no se da por vencido ante un contenido difícil: con pasos intermedios e implícitos consigue resolverlo. Ha desarrollado un alto grado de autonomía en el estudio y una elevada capacidad para analizar problemas. «Cuando está observando, percibes como su cabeza va a mil por hora para encontrar la solución; en otras ocasiones puede necesitar una pequeña ayuda», nos dice Rosario.

La familia de los hermanos Márquez es un soporte muy importante en su aprendizaje. «Siempre están pendientes de su evolución, pero han sabido asumir un papel secundario para incentivar su autonomía. Sus padres están presentes cuando es necesario, cuando tienen algún despiste o precisan ánimo para continuar», concluye la orientadora.


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